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La decisión de Vargas Llosa de dejar a Isabel Preysler desata un terremoto social en España



La decisión de Mario Vargas Llosa de dejar el domicilio que compartía con Isabel Preysler desde hace ocho años en las afueras de Madrid para regresar a su casa en la calle Flora de la capital de España ha hallado en un cuento, Los vientos, publicado hace dos años en la revista Letras Libres, caldo de cultivo para relacionar una vez más la literatura que hace con la vida del escritor peruano.

Ese cuento fue publicado ante cierta indiferencia pública o literaria, pues, como el mismo personaje que dibuja el autor de Los Cachorros en el citado relato, cada vez se lee menos y, además, cada vez se escribe peor. En todo caso, el cuento y la vida parecía que iban en paralelo, por lo que coligen ahora diarios, revistas, programas de televisión, dedicados a las idas y venidas de los corazones.

Mario Vargas Llosa en la cena anual de la fundación Libertad en Parque Norte, mayo de 2022. Foto: Rafael Quinteros

Según esas interpretaciones, lo que cuenta el protagonista del cuento, un hombre extraviado cuya edad provecta lo obliga a soportar sus propias ventosidades y lo hace olvidarse del camino a su casa, es metáfora del drama que el mismo Vargas Llosa estaba viviendo.
El cuento, Los vientos, sería, pues, la crónica de un suceso anunciado: la ruptura de aquella relación. Por lo cual se deduce que durante estos dos años que han pasado desde que la revista que fundó el mexicano Enrique Krauze y que en España dirige Daniel Gascón, el autor de La ciudad y los perros estaría aherrojado fuera de sí mismo viviendo una tragedia cuya noticia tardó en darse hasta que Isabel Preysler anunció que el escritor dejaba la casa, entre otras cosas porque sentía “celos”.
Las especulaciones que siguieron a la nota oficial de la ahora ex compañera de Vargas Llosa fueron alimentadas, sin duda, con los materiales que el propio autor dejó escritos en el ahora famoso relato.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa y su compañera sentimental, la filipina Isabel Preysler, en 2016 en Manila. Foto: EFE

Numerosos periodistas o asimilados añadieron, además, testimonios anónimos (atribuidos, en uno y otro caso) a entornos o allegados, de modo que ahora Madrid, y no tan solo esta ciudad, está infectado de conocedores de cada uno de los aspectos de esa relación que se ha roto, igual que se inició, con el amparo de la revista Hola.
Es improbable que esta serie de interpretaciones, que han tenido en la existencia de Los vientos la raíz de una credibilidad que no ha sido avalada por el principal protagonista masculino de la ruptura, sean dilucidadas con rigor al menos hasta que se pronuncie Vargas Llosa, pues Isabel Preysler ya dio a conocer su versión de los hechos desde la portada del semanario.
La pelea con García Márquez
Hace muchos años, en 1976, Vargas Llosa protagonizó un suceso que lo desunió para siempre de uno de los grandes amigos de su vida, Gabriel García Márquez. El incidente que produjo esa ruptura ha sido materia de numerosas especulaciones, que ahora han circulado otra vez. Alimentado por ambos silencios, el de Gabo y el de Mario, aquel trompazo que propinó este último al autor de Cien años de soledad, ha sido relatado como si hubiera sido visto por mil ojos.
Ni Vargas Llosa ni Gabriel García Márquez tuvieron gana de explicar qué había sucedido. Sus mujeres respectivas, Patricia y Mercedes tampoco dijeron nada, pero a lo largo de los años hubo pocos en el habitualmente vocinglero mundo de la literatura, el periodismo y sus aledaños que no tuvieran materia para dar su versión.

Isabel Preysler y Vargas Llosa en tiempos mejores: yendo a la cena anual de la Fundación Libertad invitados por el por entonces presidente Macri y su esposa, en 2016.(Foto: Rolando Andrade Stracuzzi

Ahora mismo ha salido a colación otra vez aquel episodio cuya raíz ambos escritores mantuvieron en secreto, y de nuevo se asocia con intereses o situaciones privadas que jamás han sido corroboradas. Es imposible dilucidar ahora, por cierto, qué pasó en la casa de Isabel Preysler y por qué se fue, se quiso ir o lo marcharon a Mario Vargas Llosa.
La versión de Preysler es la de los “celos”. La de Vargas Llosa la están sacando de su propio cuento, pero él no ha dicho nada. Como en la ruptura Gabo/Mario, esta otra ruptura está abierta a las más diversas versiones.
Mientras esos misterios con los que la prensa (y no sólo la del corazón) expresa su interés por la materia real de la ruptura, regresa a la palestra nacional española una costumbre que ya dura muchos años y que también tiene como protagonista al escritor peruano.
Mientras ha durado esta relación entre los que ahora han roto, muchos ciudadanos, de la pluma y de la crítica política o cultural, han hecho cábalas sobre la influencia que los compromisos sociales, e incluso políticos, del autor de El pez en el agua, a la influencia de su relación con Isabel Preysler.
Y seguramente ese factor ha tenido relevancia, sin duda en su vida privada, pero de ello a inducir que incluso sus inclinaciones políticas, que a la derecha gustan y a la izquierda ahuyentan, hay el trecho que habría que cumplir para ir de la libertad de una persona a la injerencia de otros en la privacidad de sus ideas y de sus decisiones.

Vargas Llosa con Isabel Preysler el día en que el escritor cumplió 80 años. Foto: AFP

Gusten a no gusten sus textos, por otra parte, son los de Mario Vargas Llosa, tienen su estilo y se corresponden con una larga historia literaria que, a lo largo de muchos años, y no sólo en estos siete años de la relación citada, han sido atacados por quienes creen que la libertad es de una sola dirección en la que tienen razón o no los que piensan tal como querrían unos u otros.
Una interpretación humana
En los días en que se ha producido este escorrozo sentimental ha habido especulaciones, numerosos escritos de prensa y, también, mucha referencia al significado de Los vientos. Quizá el comentario que con más sustancia refleja lo que podría ser una interpretación humana de esta situación que habita entre Kafka y, por cierto, algunos textos del propio Vargas Llosa, es el que acaba de publicar en Facebook el muy ponderado ciudadano, y excelente escritor, Sergio del Molino.
Ese artículo versa sobre ese cuento, Los vientos, precisamente, y lo que en él deducen de la propia vida privada de su autor. En el cuento, señala Sergio del Molino, “hay mucha más tragedia que comedia, y más verdad humana que en todos los chistes, burlas y odios sobre los hombres viejos y poderosos á la mode. Es fácil reírse de un escritor encoñado, eso lo hace cualquier bot de Podemos con cuatro memes a mano en su móvil».
«Lo difícil y hermoso -prosigue- es compadecerse del hombre perdido, de quien lo tiene todo y lo es todo y lo pierde todo por una ofuscación juvenil, por su propia banalidad del mal, y se da cuenta muy tarde de que es un desgraciado, que se ha engañado a sí mismo sin poder excusarse como se excusaría un joven: no puede alegar inexperiencia”.
Sigue Del Molino, sobre el cuento en el que el protagonista lamenta haber dejado a «Carmencita» su mujer por otra de la que ya ni se acuerda, que este viejo que no puede aguantar sus ventosidades y lamenta que su pichula (su pene, se dice así en Perú) ya no sirva sino para hacer pipí “ha caído en la trampa como un adolescente furioso en plena confusión hormonal”.

La tapa de revista Hola que anunciaba el inicio de la relación de Vargas Llosa e Isabel Preysler.

Un personaje así “despierta simpatía y compasión en cualquier persona que entienda algo de la vida y sepa bien lo fácil que es tropezar y caer en las tumbas que nosotros mismos cavamos con entusiasmo”.
No es fácil hoy en el periodismo, de cualquier género, hallar una interpretación de esta clase, pues, como me dijo el propio Sergio del Molino cuando le comenté su breve comentario, es muy frecuente advertir ahora la “muy antipática soberbia moral” que lleva a mucha gente a burlarse “de las humanísimas debilidades de un hombre”.
Acaso Mario Vargas Llosa cuente alguna vez lo que ha vivido y lo haga, de nuevo, recurriendo a la ficción que ahora tanto le ha dado que hablar al periodismo. Mientras tanto, se sabe de él que ha viajado fuera de Madrid, lejos del escenario de aquel cuento y de sus circunstancias.
Su hijo Álvaro subió a Twitter unas imágenes de su padre leyendo en alto la primera edición de Madame Bovary, la obra de Flaubert que tanto ha influido en su literatura.
MFB

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