El mayor cambio que vivimos hoy es la cantidad de información disponible, más visibilidad a largo plazo, y eso nos permite entender mejor los comportamientos del mercado, los componentes del precio y la asociación de precios entre productos. En este sentido, el dilema del huevo o de la gallina, pone en juego si el precio se genera con oferta o lo hace la demanda.
Me refiero a este tema porque resulta extraño que con una soja en los U$S 500 las especialidades no suban, acompañando la reina de las oleaginosas. ¿Y por qué? Dependiendo del ambiente, el productor tiene la posibilidad de producir soja o, la siembra de una especialidad. En ese lote competirá la complejidad de producir especialidades o debatirlo con la batería tecnológica disponible para la reina. Los dos mundos están con buenos y sostenidos precios. Y para las legumbres de invierno, el garbanzo se pone en competencia con el trigo u otras alternativas como por ejemplo lenteja, arveja e inclusive el alpiste.
Como país y como región, las legumbres son un motor muy potente para dejarlas sin un proyecto que nos coloque en un lugar diferente. Debemos encontrar en las instituciones una vinculación estricta con lo gubernamental que nos permita ser “marca registrada”.
Si la carne lo pudo hacer: ¿por qué no nosotros? Acá comienza el camino de la integración y la vinculación. Integrarse en la cadena de valor no significa que cada eslabón pierda valor en la cadena. Asegurar la calidad, las condiciones y la pureza para encontrar valor en la mercadería nos debe dar seguridad en los mercados y sostenibilidad de la demanda.
Cosechar mas húmedo y evitar el descorticado, mantener color, tamaño. La genética es un tema como para varios libros, lo único que agregaría es que: si no lo hacemos nosotros lo va a hacer otro país y podríamos quedar con menos ventajas competitivas. La ley de semillas para autogamas debería prosperar y así ajustar a mercados y agroecosistemas donde hay mucho para hacer.
Desde lo productivo, el potencial de rendimientos esta muy por encima del promedio real logrado. ¿Qué podemos hacer para ganar esta batalla? Con precios prometedores y una campaña que pinta muy bien, hay margen para el error y eso nos da cancha para aprender mucho. Claro, aprender cuesta, pero si no lo hacemos ahora: ¿cuándo? Incrementar el rendimiento en 200, 300 o 400 kilos importa, y mucho.
Ya hemos hablado que el rendimiento es una consecuencia de muchos factores que se van consolidando a lo largo del ciclo, fijando, aumentando y optimizando factores de rendimiento.
Como técnicos de Stoller vamos a integrarnos en la cadena sumando valor. Acompañando al productor con planes alcanzables que nos permitan aumentar los rendimientos y acompañarlo con calidad. El 65% de las perdidas de rendimientos son causados por factores abióticos y los productores hemos enfocado el 100% a los factores logísticos y al control de factores bióticos.
La interacción de los nutrientes y la conducción de señales fisiológicas hacen a la eficiencia de la planta mejorando el aprovechamiento del agua, la exploración del suelo y el desarrollo de la microbiología del suelo. Nuestra tarea como técnicos es la de entender y conocer nuestro sistema de producción, la fisiología del cultivo y las estrategias para que la ecofisiologia rinda su potencial genético.
Nuevamente, integrar distintas especialidades en el sistema productivo también colabora al análisis en el proceso de aprendizaje. Por otro lado, los mercados exigen cada vez con mayor fuerza, el manejo racional en residuos de herbicidas, fungicidas e insecticidas en grano. Eso acelera el proceso de aprendizaje en lo que respecta a manejos agronómicos para seguir ofreciendo al mundo productos de calidad y cada vez mas sanos.
Desde Stoller acompañamos a los productores integrándonos en el sistema para lograr en la unión; la fuerza con nuevas herramientas y sistemas de análisis dando recomendaciones acertadas.
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